11 de julio de 2012

Darren y el Orbe Citrino.


Retomando lo que pretendía comenzar en la entrada anterior, procedo a contaros lo que ha ocupado nuestra mesa durante las últimas partidas, la adaptación a nuestra campaña del módulo de Holocubierta, escrito por José Manuel Palacios, "Lo que el ojo no ve". Como digo y decía, la nuestra fue una versión bastante modificada, reducida y simplificada, pues además de no querer "perdernos" en algunos de las escenas que, creemos, cortan totalmente el ritmo de la aventura, teníamos nuestro propio fin relacionado con la campaña que andamos jugando desde hace meses, la de la Órden de la Flor Alada y los Orbes de Penumbra, la cual pretendo esbozar en cierta medida en próximos artículos.

Castamir, junto al Lago de la Princesa
Así pues, tal y como llegamos a anunciar en el anterior post, los aventureros dejaron Marvalar tomando el Camino de la Costa, bordeando el Bosque Real, hasta llegar a la localidad en la que se decía habían visto al capitán Darren Valgayar; el pueblo de Castamir, junto al Lago de la Princesa. Al llegar, los aventureros se encontraron una aldea pesquera sumida en la ruina e inmersa en una situación desesperada. Al parecer, desde hace un tiempo las aguas del lago se encontraban afectadas por algún tipo de vertido contaminante, arruinando los campos, matando al ganado, y haciendo enfermar a todo aquél que las bebiera. Por si esto no fuera suficiente, hacía un par de semanas que un contingente de trasgos se había instalado en las montañas que rodeaban al lago, atacando el poblado y los alrededores, mermando sus fuerzas, y secuestrando a algunos de los habitantes más jóvenes con un fin todavía desconocido. Atenazados por el miedo, la gente del pueblo hace tiempo que había abandonado sus casas, instalándose en un gran campamento de refugiados en torno al gran monasterio de Rocagris, donde la hermana Nalha trataba a los enfermos y heridos con la ayuda de un contingente de soldados de Marvalar comandados por el capitán Anastasio.

El Monasterio de Rocagris
Al preguntar por Darren Valgayar, varios refugiados dijeron haber oído su nombre en algún momento, incluso alguno de ellos dejo caer la posibilidad de que fuera uno de los secuestrados por el contingente de trasgos... Así, mientras los personajes investigaban, el caos estalló en el campamento al irrumpir en el mismo un niño herido a lomos de un caballo al galope. Sumido en el pánico, el joven anunció que la caravana de viajeros en la que se dirigía hacia Rocagris había sido asaltado por trasgos hace tan solo unos minutos. Había logrado escapar durante el primer momento del ataque, tratando de buscar ayuda, y los jugadores no tardaron en recoger el guante. Con ayuda del capitán Anastasio, cabalgaron en pos de las caravanas asaltadas, encontrando una refriega de 20 o 30 trasgos armados montados en huargos asesinando y secuestrando sin piedad. Ante la imagen de una docena de caballeros armados, los goblins azuzaron a las monturas que conducían los carruajes, iniciándose así una frenética persecución en la que los personajes recuperaron las diligencias y salvaron a la mayoría de civiles.

Capitán Anastasio de Marvalar 
De nuevo en el campamento, uno de los heridos de la caravana juró haber sido uno de los secuestrados por los trasgos, contando además que lo habían llevado hasta un campamento en las montañas, haciéndolo trabajar en una vieja y sellada mina abandonada, extrayendo escombros que permitieran su reapertura y nuevo acceso. Decía desconocer el fin mismo del plan de los trasgos, pero se rumoreaba entre los esclavos que andaban buscando una antigua reliquia, un objeto de poder al que llamaban "el ojo", y que al parecer dotaba a su portador de un inmenso poder. También les habló del líder del contingente trasgo, un siniestro elfo oscuro parco en palabras que dirigía la operación con mano de hierro y sin piedad alguna. Sin dudarlo un instante, nuestros protagonistas tomaron el camino de la montaña en busca de la mina abandonada, con intención de liberar a los esclavos, frustrar los planes de los trasgos, y buscar una respuesta al envenenamiento de las aguas del lago.

Representación de las Minas
Al llegar al poblado minero, los aventureros encontraron un contingente de más de 30 trasgos al cargo de medio centenar de esclavos que extraían escombros de la tierra sin descanso. Con el máximo sigilo, los personajes liberaron a los esclavos y acabaron con todos y cada uno de los trasgos, incluidos su gigantesco líder y su monstruoso jabalí de guerra, descubriendo además el paradero de la persona que llevaban buscando desde que se reunieran como grupo; el capitán Darren Valgayar. Sin demasiado tiempo para hablar, Darren se ofreció para escoltar a los refugiados hasta el monasterio, indicando a los personajes una entrada secreta a la mina en el interior de la capilla del poblado, el cual les llevaría rápida y directamente hasta lo más profundo de la mina, adelantándose así a Rozzark, el elfo oscuro que ya se había adentrado en busca del poderoso artefacto que buscaba.

La Capilla de la Mina
Tras una dura, larga y peligrosa travesía en vagoneta, en la cual casi pierden la vida más de un aventurero,  y atravesar un par de puertas secretas abandonadas hace tiempo, los personajes llegaron a una sala en la que encontraron algo que no esperaban. Uno de los Orbes de Poder de la Diosa Penumbra. De color amarillo brillante, el poderoso artefacto se sostenía flotando sobre un pedestal construido en piedra, rodeado por un anillo rúnico mágico que parecía protegerlo de todo aquél que quisiera apoderarse de él. Cuando todavía estaban asimilando el descubrimiento, irrumpió en la habitación un grupo de trasgos comandados por un gigantesco Visirtaní, a cuya vera caminaba un siniestro y temible elfo oscuro de penetrantes ojos rojos... Y comenzó el combate. Y sobrevino el caos. Sin pensarlo, antes incluso de que muchos desenvainaran sus armas, Várvol sorprendió a todos lanzando una gigantesca bola de fuego a partir de uno de los pergaminos que guardaba con recelo para la ocasión apropiada. Y vaya si esta lo fue. En un instante, el grupo de trasgos caía pasto de las llamas, dejando en pie a tan solo dos, mermando también a sendos líderes del grupo. Sin embargo, esto enfureció al Visirtaní, que corrió preso de la ira hacia el mago, asestándole un golpe brutal que lo dejo apartado de la refriega durante unos instantes. Mientras tanto, la sangre brotaba por doquier. El resto de personajes acababan con los trasgos que aun no habían sucumbido, disparando además desde la distancia al elfo oscuro, que murmuraba palabras mágicas desde lo más alto de las escaleras de la instancia. Entre la confusión, nadie terminó de percatarse de que Egro, el guerrero del grupo, caminaba hacia el Orbe casi sin consciencia, sometido a las palabras que este había imbuido en su cabeza, dispuesto a tomarlo y huir con él en sus manos. Pero nada de esto ocurriría. Pues al tomar el Orbe, una brutal sacudida hizo temblar la tierra. El suelo se quebró. Gigantescos pedruscos caían sobre las cabezas del grupo. Varios estuvieron a punto de perecer... Cuando Rozzark murió atravesado por la hoja de Milgram. Al instante, los aventureros tomaron el Orbe y trataron de escapar de la cámara. Con las salidas bloqueadas por escombros, comenzaron a buscar en las paredes de la sala algún tipo de salida oculta... Encontrándola justo cuando una roca dejaba inconsciente a Várvol. Sin pensarlo, los personajes saltaron al vacío que les ofrecía la salida encontrada, cayendo a las frías aguas de un río subterráneo que los acabaría reflotando ya en la superficie. Con el Orbe de Poder entre sus manos.

Rozzark, Elfo Oscuro
Unas horas después, tras cobrar la recompensa por los secuestrados y recoger a Darren del campamento, el grupo volvió a Marvalar, donde volvieron a tomar un bote mercante junto a su amigo Satán, iniciando así su vuelta a Fuerte Locksly. Durante el camino, los aventureros hablaron en profundidad con Darren, que les contó su historia y todo lo que sabía sobre el clan Valgayar, la Órden de la Flor Alada, y los Orbes. De forma paralela, Alexia empleó la semana de viaje para centrarse en su diario de Loran Valgayar, abuelo de Darren, llegando a traducir casi en su totalidad el primer apartado del mismo; la leyenda de los Orbes de Penumbra. Pero sendas historias no serán contadas ahora, si no en futuras entregas de nuestras crónicas. Así como el dantesco y terrible espectáculo que encontraron en su llegada al hogar. Dónde las llamas lo habían destruido todo...


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